lunes, 3 de noviembre de 2008

Camino al infierno....

¡Hola compañeros! Esta semana les dejo un pequeño resumen de un artículo que leí en una revista llamada Relatos e historias de México escrito por nuestra directora del departamento Perla Chinchilla.
El nombre del artículo es Camino al infierno, y trata la importancia que ha tenido la existencia del infierno en el imaginario colectivo de la cultura occidental.

Durante el siglo XVI la cultura europea cristiana enfrentó la Reforma Protestante, que fragmentó a la Iglesia dejándola sin posibilidad de regresar a su unidad original y dividiéndola definitivamente en dos; la católica y la protestante. Dicho cambio propició que la jerarquía católica se viera en la necesidad de llevar a cabo ciertos ajustes, reuniéndose así en el Concilio de Trento donde plantean una campaña de catequización y moralización para ganarle la batalla al protestantismo. Uno de los métodos principales era la predicación llevada a cabo con sumo cuidado, vigilando de cerca la preparación de los sacerdotes que se encargarían de dar los sermones.

Las narraciones del Infierno comienza a aparecer desde la Edad Media sin embargo los jesuitas en el siglo XIV perfeccionan las técnicas de los que ellos llamaban “el arte del bien decir”, la retórica, dando como resultado pinturas que tenían el objetivo de despertar la imaginación de quienes las veían y provocar temor por los castigos que sufriría quién no obedeciera, también recurren a representaciones teatrales que ayudaban a amplificar los efectos emocionales. Al mismo tiempo existen tratados de ese momento en los que se explican los tonos de voz que debían utilizar al predicar para causar un mayor efecto en los oyentes, se llevaban a cabo espectáculos aterradores que generaban en la audiencia un enorme miedo a ser condenados.

Durante el mismo siglo, la sociedad cristiana inicia un proceso de individualización, en el cual cada persona comienza a responsabilizarse más de sus actos. La conciencia está acompañada de culpabilización y temor al castigo, apoyadas por las descripciones del Infierno y del Diablo.

En conclusión la Iglesia lleva a cabo una campaña de moralización sobre las conductas pecaminosas, que de acuerdo a las autoridades del momento, habían provocado la fractura de la Iglesia y la aparición de Lutero. Los sermones evidenciaban las consecuencias de escoger el camino del vicio sobre el de la virtud, esto no se trataba únicamente de una estrategia sino que los mismos predicadores estaban convencidos de la existencia del Demonio y del Infierno. El arte del momento refleja un cambio notable del humanismo renacentista a un enorme panteísmo y a la constante presencia de la muerte en las obras.

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