¡Hola!
Trabjando sobre mi libro a exponer en clase y cuestionándome como éste puede figurar entre los textos de cierto valor histórico, vino a mi mente un pensamiento horrible. Era un personaje pregúntandome en el momento de mi exposición: ¿Eso qué tiene de histórico? ¿No estarás hablando más de sociología? Obviamente, solo fue la representación de los temores de mi subconsciente de haber errado la profesión.
Después encontré citas de Braudel: "sociología e historia constituyen una sola y única aventura del espíritu: ambas se reúnen, se identifican y se confunden. Esto es así, porque historia y sociología son las únicas ciencias globales capaces de extender su curiosidad a cualquier aspecto de lo social."
¿Se "confunden"?
En las enciclopedias, se asegura que la sociología " tiene por objeto de investigación los grupos sociales, sus formas internas de organización, su grado de cohesión y las relaciones entre ellos con el sistema social en general. SIN EMBARGO, hay otras ciencias sociales que también tienen por finalidad el estudio del hombre y la sociedad: la antropología, la economía, LA HISTORIA, etc."1
Con grandes dudas en mi cabeza, decidí investigar un poco las relaciones y diferencias entre la Historia y la Sociología, sólo para el bien de mi salud mental.
Hallé los comentarios de estudiosos del tema, en particular de libros de Norbert Elías, quien tiene propuestas, según mi punto de vista, interesantes.
"La labor realizada por Norbert Elias, este pensador, desde los años treinta, en torno a la imbricación entre sociología e historia anticipa un planteamiento que tomaría cuerpo en las últimas décadas del siglo XX: la insuficiencia de los ordenamientos estrictamente disciplinarios y la necesaria reconfiguración de la sociología en una novedosa recombinación transdisciplinaria, dada la exigencia de revisar críticamente su objeto de estudio y sus potencialidades explicativas a la luz de los nuevos problemas emergentes. Si bien esta imbricación se ha dado crecientemente entre la sociología y disciplinas como la ciencia política, la antropología, la psicología y el derecho, una de sus vertientes más productivas es el cruce entre sociología e historia.
Ciertamente, historiadores y sociólogos han sido vecinos intelectuales en el sentido que ambas disciplinas estudian las sociedades y las modalidades del comportamiento humano, aunque la sociología haya puesto el énfasis en las generalizaciones sobre su estructura, y la historia lo haya hecho privilegiando las diferencias entre las sociedades y los cambios producidos en cada una de ellas a lo largo del tiempo.
Si bien los padres fundadores de la sociología (Marx, Comte, Pareto y Weber, entre otros) estuvieron muy próximos a la historia, el desarrollo de cada una de las disciplinas y su profesionalización las alejó. Desde mediados del siglo XIX los historiadores consideraron a la sociología como una disciplina abstracta que no tenía en cuenta la singularidad de los individuos y los acontecimientos, en tanto que los sociólogos se fueron centrando cada vez más en el estudio del presente a expensas del pasado. Para Norbert Elias, sin embargo, las tareas de la sociología se entroncan con las de la historia. En "El proceso civilizatorio" Elias ofrece un elaborado análisis del desarrollo histórico de Europa desde la Edad Media en adelante o, dicho de otra manera, una interpretación sociológica de los procesos tanto sociales como psíquicos que han moldeado la civilización europea occidental. En este sentido, uno de los defectos más importantes de la teoría sociológica ha sido, según Elias, no tener en cuenta el largo plazo en el análisis de los procesos sociales. A su vez, este autor propone abrir la sociología a una amplia perspectiva histórica que ofrezca nuevas interpretaciones en torno a las transformaciones del comportamiento humano a largo plazo, vinculados a los cambios de la estructura social. Para Elias, el sentido de los hechos que acontecen en el presente (por ejemplo, las transformaciones tecnológicas, la expansión de los mercados, las modificaciones en las configuraciones familiares, la crisis de las instituciones de la representación política, etcétera) no existen en un vacío histórico, y sólo pueden ser entendidos si son situados en un horizonte de largo plazo. Este planteamiento eliasiano se ha traducido en el paulatino reconocimiento, por parte de la sociología, de que el estudio del presente requiere la perspectiva histórica para contextualizar su análisis. Asumir que el “largo tiempo” de la historia puede explicar el cambio social en gran escala tomando en cuenta contextos históricos específicos, y aceptar que es virtualmente imposible estudiar la estructura social y sus transformaciones sin conocer la historia de las sociedades —en tanto ésta puede asimismo arrojar luz sobre posibles cambios futuros— es un principio casi indiscutible en la reflexión sociológica."
Sí, las ciencias sociales nos necesitan. ^^
martes, 30 de septiembre de 2008
miércoles, 24 de septiembre de 2008
Tips de Perla
Estuve revisando mis archivos para ver si encontraba algo que me ayudara - les ayudara - a aterrizar mejor un problema de investigación, y por suerte hallé mis apuntes de la clase que Perla nos dio acerca de cómo llegó a su problema de investigación.
Primero y antes que nada nos dijo que, si no le hallamos la función social a nuestra investigación, no le encontraremos nunca significado (para todos los que tengan como problemas existenciales con su proyecto de investigación)
Lo segundo que hizo fue explicarnos cómo es que su tema se transformó conforme se iba dando la investigación
Todo comenzó con unos sermones (en este momento no recuerdo cuales)
Se preguntó: ¿Este documento que me puede proporcionar?
Llegó a la conclusión de que los sermones estaban hechos para ser recitados oralmente, no para ser escritos, pues de esta manera no recrean el mismo impacto (como ya nos lo explicó Priscilla en clase)
Entonces Perla nos dice que el único terror de la sociedad oral, es el silencio. Debe de ser copiosa (la oralidad de los sermones) y redundante (rítmica) como la poesía, como un rezo.
Cae en crisis en el S. XVII gracias a la imprenta. La impresión de los sermones significó su muerte, pues acaba con la retórica. La ilustración viene a acabar con la retórica.
Quizás no todos tengamos la suerte de contar con una mente tan brillante o el conocimiento necesario para sacar estas conclusiones, pero si podemos seguir su esquema de investigación.
Llegó a la conclusión de que los sermones estaban hechos para ser recitados oralmente, no para ser escritos, pues de esta manera no recrean el mismo impacto (como ya nos lo explicó Priscilla en clase)
Entonces Perla nos dice que el único terror de la sociedad oral, es el silencio. Debe de ser copiosa (la oralidad de los sermones) y redundante (rítmica) como la poesía, como un rezo.
Cae en crisis en el S. XVII gracias a la imprenta. La impresión de los sermones significó su muerte, pues acaba con la retórica. La ilustración viene a acabar con la retórica.
Quizás no todos tengamos la suerte de contar con una mente tan brillante o el conocimiento necesario para sacar estas conclusiones, pero si podemos seguir su esquema de investigación.
Cómo fue desarrollándose su investigación:
1. Motivación
2. Problema
3. Documentación
4. Método
No es la metodología que hallamos todos los días ¿cierto?
1. Motivación
2. Problema
3. Documentación
4. Método
No es la metodología que hallamos todos los días ¿cierto?
Pero lo interesante es que ella lo que decide hacer es trabajar con la idea de verdad. Y nos explica que tras las guerras de religión existen dos verdades. En Trento se ordena ya no hablar de verdades. Los predicadores deben de convencer a partir de la persuasión de la retórica, más no desacreditando alguna otra creencia. Discursos persuasivos, que ya no tienen que ver con la verdad. Los jesuitas eran expertos en esta clase de predicación.
Según la Doctora Perla esto se debe de llevar al discurso actual. Discursos amplificatorios, como la publicidad que repite lo mismo y nadie cuestiona la base. Incluso en política, ya no hay figuras, sino más bien otro tipo de discurso. Hay oralidad. Aunque la oralidad aún no sustituye la presencia (el teléfono por ejemplo).
Concluye diciendo que lo que la ciencia debe de mostrar es que nada es esencialmente necesario, así como las ciencias exactas, la historia también.
Según la Doctora Perla esto se debe de llevar al discurso actual. Discursos amplificatorios, como la publicidad que repite lo mismo y nadie cuestiona la base. Incluso en política, ya no hay figuras, sino más bien otro tipo de discurso. Hay oralidad. Aunque la oralidad aún no sustituye la presencia (el teléfono por ejemplo).
Concluye diciendo que lo que la ciencia debe de mostrar es que nada es esencialmente necesario, así como las ciencias exactas, la historia también.
martes, 23 de septiembre de 2008
Relatos
Ya que han estado hablando en entradas anteriores sobre la problematica entre el relato de ficción y el relato histórico, me gustaria presentar algunas ideas que me surgieron al realizar un trabajo de teoria, en donde se muestra otro acercamiento a este problema:
Como dice Mink, en el texto Narrative Form as a Cognitive Instrument, la distinción entre los dos tipos de relato es parte del sentido común: "The distinction between history and fiction is a universally shared an item in ´common sense´as any distinction in Western cultura, at least since the rise of popilar literacy. ´Everyone knows,´ as certainly as everyone knows that two bodies cannto occupy the same space at the same time, that history claims to be a true representation of the past while fiction does not, even when it purports to describe actions and events locatable in particular times and places". [1]
[1] Louis O. Mink, “Narrative Form as a Cognitive Instrument”, en Historical Understanding, edicion de Richard T. Vann, Bryan Fay, Eugene O. Golob, Ithaca, Cornell University Press, 1987, pp. 182-183
Aunque podamos llegar a comprobar teóricamente que no existe la distinción entre los dos tipos de relato, creo que siempre se mantendrá a un nivel práctico, ya que los pensamos de una forma separada, queremos que así sea, no importa que teóricamente argumentemos que la historia, al no referirse directamente a la realidad, es lo mismo que la ficción. Además, esta diferencia la ponemos en práctica día tras día, siempre creemos más en un relato histórico que en uno de ficción, sin importar que aceptemos que el primero no nos está otorgando la verdad, intentamos ignorar esta afirmación. Si no la ignoráramos, no tendríamos una historia pasada, dudaríamos de todo lo que conocemos, y sería muy fácil decir que nada existió, ya que sólo requeriríamos basarnos en una ficción. Si no aceptáramos a los relatos históricos como lo más cercano a la realidad, no podríamos distinguir entre una cosa y otra, por esta razón, es por la cual necesitamos esta distinción, que nos conforte y nos separe entre lo que es real y lo que no.
Como dice Mink, en el texto Narrative Form as a Cognitive Instrument, la distinción entre los dos tipos de relato es parte del sentido común: "The distinction between history and fiction is a universally shared an item in ´common sense´as any distinction in Western cultura, at least since the rise of popilar literacy. ´Everyone knows,´ as certainly as everyone knows that two bodies cannto occupy the same space at the same time, that history claims to be a true representation of the past while fiction does not, even when it purports to describe actions and events locatable in particular times and places". [1]
No importa que podamos argumentar que los dos, al ser narraciones, comparten la idea de la trama, son construidas por el escritor y por esta razón son iguales. Además, también podríamos decir, que los dos se relacionan de la misma manera con la realidad, pero tenemos que tomar en cuenta que la historia tiene una pretensión de verdad y depende de una institución para su validación.
"For our undertanding of fiction needs the contrast with history as much as our undertanding of history needs the contrast with fiction.(...) If the distinction were to disappear, fiction and history would both collapse back into myth and be indistinguishable form it as form each other". [2] Como dice Mink, todo se convertiría en mito, se pondría en duda el pasado y el concepto de verdad.
[1] Louis O. Mink, “Narrative Form as a Cognitive Instrument”, en Historical Understanding, edicion de Richard T. Vann, Bryan Fay, Eugene O. Golob, Ithaca, Cornell University Press, 1987, pp. 182-183
[2] Ibidem, p. 203.
domingo, 21 de septiembre de 2008
La complementariedad del relato empírico y el de ficción...Ricoeur
¡Hola a todos! Ésta semana quiero compartirles reflexión acerca de una capítulo en Historia y Narratividad de Paul Ricoeur, en el que se explica la importancia de que se complementen el relato empírico y el de ficción.
“Necesitamos el relato empírico y el de ficción para poder llevar el lenguaje nuestra situación histórica”[1] Lo que establece Ricoeur es que la historicidad de cada individuo llega a ser lenguaje a través de la complementariedad que existe entre la historia y el relato de ficción.
Dicha interrelación puede parecer un tanto extraña ya que por lo general atribuimos a la historia una función más objetiva y científica mientras que la ficción es relacionada con la subjetividad al grado de considerarla como un juego de la imaginación con el único fin de entretener o agradar. Sin embargo ésta diferenciación se da cuando se está realizando una investigación provisional que se limita únicamente a los criterios de metodología. Pero en el momento en el que el investigador realiza un trabajo con el interés que dicta la metodología, entendiendo interés cuando el objetivo que se tiene es el conocimiento, la condición cambia. Gracias a ésta relación obtenemos la vía por la cual podemos expresar nuestra historicidad “… el tipo de vida del que forma parte el discurso de vida es nuestra propia condición histórica” [2]
Más de Ricoeur:
http://plato.stanford.edu/entries/ricoeur/
[1] Ricoeur, Paul, Historia y narratividad, Barcelona, Ediciones Paidós/I.C.E. Universidad Autónoma de Barcelona, 1999, pág 152
[2] Ibid, pág 133.
“Necesitamos el relato empírico y el de ficción para poder llevar el lenguaje nuestra situación histórica”[1] Lo que establece Ricoeur es que la historicidad de cada individuo llega a ser lenguaje a través de la complementariedad que existe entre la historia y el relato de ficción.
Dicha interrelación puede parecer un tanto extraña ya que por lo general atribuimos a la historia una función más objetiva y científica mientras que la ficción es relacionada con la subjetividad al grado de considerarla como un juego de la imaginación con el único fin de entretener o agradar. Sin embargo ésta diferenciación se da cuando se está realizando una investigación provisional que se limita únicamente a los criterios de metodología. Pero en el momento en el que el investigador realiza un trabajo con el interés que dicta la metodología, entendiendo interés cuando el objetivo que se tiene es el conocimiento, la condición cambia. Gracias a ésta relación obtenemos la vía por la cual podemos expresar nuestra historicidad “… el tipo de vida del que forma parte el discurso de vida es nuestra propia condición histórica” [2]
Más de Ricoeur:
http://plato.stanford.edu/entries/ricoeur/
[1] Ricoeur, Paul, Historia y narratividad, Barcelona, Ediciones Paidós/I.C.E. Universidad Autónoma de Barcelona, 1999, pág 152
[2] Ibid, pág 133.
¿Historia, una heterología?
¡Hola a todos! esta semana lei un capitulo de Historia y psicoanalisis de Michel Decertau y me gustaría compartir con ustedes lo que pienso acerca de el. En Lo Ausente de la Historia Michel Decertau plantea que la Historia es una heterología ya que ésta tiene una relación con el otro que esta ausente, y es el que ha pasado por lo que es diferente. Para De Certau el estudio de la Historia implica un logos del otro, ya que es en la misma diferencia donde encuentra su objeto de estudio, el cual trae al presente por el único medio posible la escritura la cual elimina la alteridad que se produce entre el pasado y el presente.
El material que utiliza el Historiador, las fuentes o "reliquias" como las llama la sociedad son organizadas por el historiador desde su presente pues solo desde ahi las conoce aqui prepara los elementos que le son dados como pasados para poder construir esa diferencia, el otro, el pasado.
De Certau tambien explica el papel que tiene el historiador de explicar lo que le es completamente ajeno, tiene que explicar en manera de similitud una diferencia, trae al presente lo que es impensable, tartando de llenar el lugar que han dejado los muertos con una representación de los mismos.
Otra parte importante de este texto dice que el Historiador ha creado metaforas de lo ausente para poder explicarlo, el pasado se presenta en el presente como huellas del otro que el historiador por medio de metáforas reconstruye dando una representacion de la diferencia que el pasado representa.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Chassen
Cuando mencioné a la profesora Jane acerca de mi proyecto final, me proporcionó el texto de Francie R. Chassen-López “From liberal to revolutionary Oaxaca. The view from the South México 1867-1911”, del cual me parecieron importantes los siguientes puntos:
Que los españoles devastaron la memoria colectiva de etnicidad de los indios; pues se crearon un “indio monolítico”; ya que al dar la categoría de “indio” a cualquier integrante de las diversas etnias, se ensombreció la rica multiplicidad de civilizaciones encontradas en las Américas y también se privó a los pueblos indígenas de sus identidades originales y se les redujo a “una identidad social disminuida e incierta” p. 279.
Que hubo una violencia silenciosa de los conceptos, pues se hizo una división de la sociedad entre el hombre civilizado que razona y el indio que supuestamente no lo hace. Con tal división el lenguaje tuvo el poder de borrar historias, para subyugar y marginalizar personas”.
“La destrucción de los códices precolombinos que los sacerdotes católicos vieron como trabajo de demonio, y la destrucción que hicieron los españoles de las instituciones políticas indígenas, tuvieron consecuencias desastrosas para la identidad de los indígenas de las Américas. […] los españoles devastaron los centros de la “memoria colectiva de su etnicidad”, un desastre que les “trajo la destrucción y pulverización de la memoria étnica global y, después, la aparición de una memoria concentrada a llamar y recordar eventos locales (Florescano, Memoria, mito y tiempo, 110). Esta “atomización” de lo que fueron civilizaciones poderosas, fortaleció su identidad local (Bonfil Batalla, México Profundo, 23) p. 281
A pesar de que se dio una homogeneización del indio, la cual priva a las diferentes etnias de su identidad, a la vez ha provocado que estas fortalezcan su identidad local. Tal postulado lo puedo ligar al concepto de endoculturación mencionado anteriormente, ya que las culturas se aferran a sus tradiciones pero indudablemente van sufriendo procesos de transformación y adaptación.
Que los españoles devastaron la memoria colectiva de etnicidad de los indios; pues se crearon un “indio monolítico”; ya que al dar la categoría de “indio” a cualquier integrante de las diversas etnias, se ensombreció la rica multiplicidad de civilizaciones encontradas en las Américas y también se privó a los pueblos indígenas de sus identidades originales y se les redujo a “una identidad social disminuida e incierta” p. 279.
Que hubo una violencia silenciosa de los conceptos, pues se hizo una división de la sociedad entre el hombre civilizado que razona y el indio que supuestamente no lo hace. Con tal división el lenguaje tuvo el poder de borrar historias, para subyugar y marginalizar personas”.
“La destrucción de los códices precolombinos que los sacerdotes católicos vieron como trabajo de demonio, y la destrucción que hicieron los españoles de las instituciones políticas indígenas, tuvieron consecuencias desastrosas para la identidad de los indígenas de las Américas. […] los españoles devastaron los centros de la “memoria colectiva de su etnicidad”, un desastre que les “trajo la destrucción y pulverización de la memoria étnica global y, después, la aparición de una memoria concentrada a llamar y recordar eventos locales (Florescano, Memoria, mito y tiempo, 110). Esta “atomización” de lo que fueron civilizaciones poderosas, fortaleció su identidad local (Bonfil Batalla, México Profundo, 23) p. 281
A pesar de que se dio una homogeneización del indio, la cual priva a las diferentes etnias de su identidad, a la vez ha provocado que estas fortalezcan su identidad local. Tal postulado lo puedo ligar al concepto de endoculturación mencionado anteriormente, ya que las culturas se aferran a sus tradiciones pero indudablemente van sufriendo procesos de transformación y adaptación.
martes, 16 de septiembre de 2008
Conceptos metahistóricos
Una forma de realizar la investigación histórica, según Koselleck, es utilizando conceptos metahistóricos, estos se pueden entender como conceptos no lingüísticos que se repiten en cada acontecimiento histórico. Es decir, que al hablar de la aceleración del tiempo, en la cual se entiende que el tiempo esta en un estado constante de contingencia, en donde no existe una repetición, los conceptos metafísico se encuentran fuera de esta aceleración, ya que estos se repiten, y se pueden aplicar a cada momento histórico, y de esta forma abordar la investigación de otra manera y enfoque.
Es muy sencillo entender la razón por la cual Koselleck utiliza estos conceptos, ya que su objetivo es frenar la aceleración del tiempo, y para lograr esto, necesita encontrar algo que no se encuentre afectado por esta aceleración, algo que muestre que la historia no se encuentra en un estado de progreso en su totalidad, algo que se repite constantemente a lo largo del tiempo. Los conceptos que decide utilizar, o mas bien inventar, son el horizonte de expectativas y el espacio de experiencias. “No existe ninguna historia que no haya sido constituida mediante las experiencias y esperanzas de personas que actúan o sufren”.[1]
Estos dos conceptos son aplicables a cualquier periodo histórico, son el aspecto repetitivo de la historia, las estructuras. “Y con esto llego a mi tesis: la experiencia y la expectativa son dos categorías adecuadas para tematizar el tiempo histórico por entrecruzar el pasado y el futuro”.[2] Explicándolos de una forma más sencilla, el espacio de experiencias es el pasado en el presente, ya que aglutina nuestras experiencias pasadas, y al asumir que estas pueden llegar a repetirse, las utilizamos para poder “anticipar” lo que sucederá en una situación parecida en el futuro, a partir de un horizonte de expectativas, las cuales se pueden entender como el futuro hecho presente.
Lo que Koselleck concluye con esto, es que estos conceptos metahistoricos se repiten a lo largo de la historia, por lo que de esta forma esta tratando de desacelerar el tiempo, mostrando que si existe una repetición, que no todo es cambio.
[1] Reinhart Koselleck, “Espacio de experiencia y horizonte de expectativa. Dos categorías históricas”, en Futuro pasado: para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona, Paidos, 1993, p. 335.
[2] Ibidem, p. 337.
Es muy sencillo entender la razón por la cual Koselleck utiliza estos conceptos, ya que su objetivo es frenar la aceleración del tiempo, y para lograr esto, necesita encontrar algo que no se encuentre afectado por esta aceleración, algo que muestre que la historia no se encuentra en un estado de progreso en su totalidad, algo que se repite constantemente a lo largo del tiempo. Los conceptos que decide utilizar, o mas bien inventar, son el horizonte de expectativas y el espacio de experiencias. “No existe ninguna historia que no haya sido constituida mediante las experiencias y esperanzas de personas que actúan o sufren”.[1]
Estos dos conceptos son aplicables a cualquier periodo histórico, son el aspecto repetitivo de la historia, las estructuras. “Y con esto llego a mi tesis: la experiencia y la expectativa son dos categorías adecuadas para tematizar el tiempo histórico por entrecruzar el pasado y el futuro”.[2] Explicándolos de una forma más sencilla, el espacio de experiencias es el pasado en el presente, ya que aglutina nuestras experiencias pasadas, y al asumir que estas pueden llegar a repetirse, las utilizamos para poder “anticipar” lo que sucederá en una situación parecida en el futuro, a partir de un horizonte de expectativas, las cuales se pueden entender como el futuro hecho presente.
Lo que Koselleck concluye con esto, es que estos conceptos metahistoricos se repiten a lo largo de la historia, por lo que de esta forma esta tratando de desacelerar el tiempo, mostrando que si existe una repetición, que no todo es cambio.
[1] Reinhart Koselleck, “Espacio de experiencia y horizonte de expectativa. Dos categorías históricas”, en Futuro pasado: para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona, Paidos, 1993, p. 335.
[2] Ibidem, p. 337.
cultura
Hace unos días, di el concepto de endoculturación que maneja Marvin Harris. Ahora me toca dar su definición de cultura como “el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar (es decir, su conducta). Esta definición tiene como precedente las postuladas por sir Edward Burnett Tylor, fundador de la antropología académica y autor del primero libro de texto de antropología general. (Harris, 19,20)
Sin embargo, es interesante conocer el postulado de Nicholas B. Dirks, que en su texto Colonialismo y cultura, dicta que la cultura está colonializada, ya que esta se define desde el colonizador, pues unifica la naturaleza y la cultura de los colonizados: “invariablemente la naturaleza parece estar en oposición a la cultura” y la cultura es una forma de tomar acerca de la naturaleza; la cultura, es en un sentido antropológico, es el “congeries” (configuración, conjunto) de valores, creencias, prácticas y discursos que han llegado para traer la fuerza de la naturaleza” p. 2 introd.
Para los colonizadores, la cultura y la naturaleza de los colonizados fueron una sola. El colonialismo no sólo tiene efectos culturales que han sido ignoradas o desplazadas dentro de lógicas inexorables de modernización y capitalismo mundial, sino que fue un proyecto cultural de control. P. 3 introd.
Las formas culturales en sociedades “tradicionales” nuevamente clasificadas, fueron reconstruidas y transformadas a través de tecnologías coloniales, de conquista y reglas, que crearon nuevas categorías y oposiciones entre colonizadores y colonizados, europeos y asiáticos, modernos y tradicionales, este y oeste, aun masculino y femenino. P. 3 introd.
Ahora bien, si, como lo propone este autor, hay nuevas categorías de cultura, entonces las diferentes comunidades indígenas entrarían en una categoría no meramente prehispánica sino con un barniz colonial (como lo llama el profesor Alfaro), ya que mezclan ritos prehispánicos con católicos.
Lo anterior me lleva a los textos de Francie R. Chassen-López, quien habla sobre cómo se devastó la memoria colectiva de los indios, así como del profesor Guillermo Alfaro, quien en su libro El trasluz de la diferencia habla sobre ese barniz de cultura hispánica sobre la prehispánica. En el primero se habla sobre violencia, devastación de cultura; en el segundo sobre el barniz colonial. Dos opciones que me llevan a pensar que en la cultura no hay sólo formas de violencia sino de adaptación.
Sin embargo, es interesante conocer el postulado de Nicholas B. Dirks, que en su texto Colonialismo y cultura, dicta que la cultura está colonializada, ya que esta se define desde el colonizador, pues unifica la naturaleza y la cultura de los colonizados: “invariablemente la naturaleza parece estar en oposición a la cultura” y la cultura es una forma de tomar acerca de la naturaleza; la cultura, es en un sentido antropológico, es el “congeries” (configuración, conjunto) de valores, creencias, prácticas y discursos que han llegado para traer la fuerza de la naturaleza” p. 2 introd.
Para los colonizadores, la cultura y la naturaleza de los colonizados fueron una sola. El colonialismo no sólo tiene efectos culturales que han sido ignoradas o desplazadas dentro de lógicas inexorables de modernización y capitalismo mundial, sino que fue un proyecto cultural de control. P. 3 introd.
Las formas culturales en sociedades “tradicionales” nuevamente clasificadas, fueron reconstruidas y transformadas a través de tecnologías coloniales, de conquista y reglas, que crearon nuevas categorías y oposiciones entre colonizadores y colonizados, europeos y asiáticos, modernos y tradicionales, este y oeste, aun masculino y femenino. P. 3 introd.
Ahora bien, si, como lo propone este autor, hay nuevas categorías de cultura, entonces las diferentes comunidades indígenas entrarían en una categoría no meramente prehispánica sino con un barniz colonial (como lo llama el profesor Alfaro), ya que mezclan ritos prehispánicos con católicos.
Lo anterior me lleva a los textos de Francie R. Chassen-López, quien habla sobre cómo se devastó la memoria colectiva de los indios, así como del profesor Guillermo Alfaro, quien en su libro El trasluz de la diferencia habla sobre ese barniz de cultura hispánica sobre la prehispánica. En el primero se habla sobre violencia, devastación de cultura; en el segundo sobre el barniz colonial. Dos opciones que me llevan a pensar que en la cultura no hay sólo formas de violencia sino de adaptación.
sábado, 13 de septiembre de 2008
Ensayo sobre White
¡Hola de nuevo! Ya pensaba cerrar el blog cuando vi el post de Sofia que habla de White, simplemente les quería compartir mi ensayo final de Teoría II que trató precisamente sobre White.
La elaboración de este ensayo surge a partir de la premisa de Sonia Corcuera, quien plantea que para Hayden White “sólo a través de las estructuras del lenguaje [...] se puede entender la historia y dar cuenta de sus procesos [...] la historia queda reducida a las diferentes formas de usar el lenguaje”.[1] Y tiene como propósito explicar por qué el autor narrativista privilegia las estructuras del lenguaje en la historia, así como los grados de veracidad dentro de un discurso.
Para White el discurso está determinado por una comprensión teórica, la cual se lleva a cabo mediante la tropología; un análisis del texto, el cual por medio de las figuraciones, conlleva a un significado producido por la imaginación del lector. El tropo –medio de escritura de cualquier autor- capta la realidad que éste quiere reflejar en su texto. Es en ese momento cuando se realiza la narración.
Los anales del Medioevo se caracterizan por ser un listado de años en el que se refieren aquellos sucesos que de algún modo u otro marcaron a la sociedad en cierto momento; es decir, son solamente crónicas, en las que únicamente aquellos elementos que los historiadores de la época consideraron importantes están presentes. No hay narración en este tipo de práctica. No hay tropo alguno que enlace un elemento con otro, o que le dé un sentido de carácter útil a los datos.
Es sólo cuando se rompe el paradigma de la historia como maestra de vida, que surge la necesidad de los nuevos historiadores de encontrar un sentido a los elementos referidos. Así aparece la narración, que es aquella que les da forma a los datos para integrar un discurso y no sólo presentar una aglomeración de datos.
“Cuando el historiador organiza los hechos como componentes de un espectáculo que tiene un inicio, un punto medio y un fin discernibles, la crónica se transforma en relato.”[2] Es el historiador quien tiene en sus manos la infinita posibilidad de dar un sentido a la crónica tramando su narración “como un relato de un tipo [...] determinado: novela, tragedia, sátira, épica o cualquier otro.”[3] El lector, conforme realiza su acción, va percatándose del giro que el autor ha decidido dar en su texto.
En el momento en que el historiador resuelve crear un discurso en torno a ciertos datos, comienza a crear una realidad correspondiente a la información que maneja y a la vez, “hacerlos en cierto modo disponibles para las técnicas de explicación e interpretación elegidas [...] para su explicación.”[4] En este proceso debe ser capaz de recrear la realidad que desea por medio de un lenguaje figurativo. De esta manera, el autor trama los hechos de modo que en su narrativa refleja su ideología, así como su contexto.
La consistencia lógica, es decir los elementos de investigación –por así llamarles-, que el historiador acumula para realizar su discurso, adquieren su narratividad en el momento en el cual el autor da consistencia al texto: Define qué estilo utilizará, qué ideología lo guiará, de qué manera presentará sus argumentos.
Este proceso, inconsciente, determina la lingüística que caracterizará el discurso. “Cualquier representación histórica de la realidad debe, creo, tratar de explicar los acontecimientos históricos representándolos como si tuvieran la forma y la sustancia de un proceso narrativo.”[5]
Como he mencionado antes, la narratividad del autor designará el giro del relato. No se trata simplemente una representación de hechos sucedidos en determinado tiempo, sino una serie de revelaciones que el historiador presenta a través de su propio metalenguaje, con los elementos de la teoría de los tropos.
La representación de los acontecimientos históricos trae consigo una relatividad de lo narrado. En otras líneas de la teoría de la historia, la narratividad es la contención de sucesos históricos escritos de cierta forma correspondiente a la contemporaneidad del autor. Para White, “Los relatos [...] son entidades lingüísticas y pertenecen al orden del discurso.”[6] No son solamente narraciones que van a describir elementos fácticos, es decir, acontecimientos históricos, sino que también constan de un enfoque retórico. Es por eso que el autor da mayor importancia a la forma que al contenido. Para él, lo que tiene más valor en su postura son los elementos tropológicos, con los cuales se crea el texto, independientemente de aquello que quiere tratar en el discurso.
Retomemos, pues, el tema de la veracidad en el texto. Nos encontramos aquí con una problemática pues si las narraciones históricas son sólo estructuras del lenguaje, entonces ¿podría la historia ser solamente literatura? El mismo White nos propone una respuesta para dicho problema:
“Sólo si uno iguala el escrito literario con la mentira o la falsificación y niega a la literatura cualquier interés en representar la realidad de un modo realista…”
Y añade: “…Esto nos permite equiparar la historia con la ciencia moderna, en tanto se ha dicho que esta última está menos interesada en determinar la verdad acerca del mundo que en determinar su ‘realidad’.[7]
Hayden White nos dice, entonces, que el reflejo de la propia realidad del autor plasmado en la narración es más importante o tiene mayor carácter de validez ante el intento de veracidad que algunos autores pretenden. Esto se debe a que ningún historiador tendrá jamás los elementos necesarios para describir lo que verdaderamente pasó. En principio, debido a la atemporalidad que separa al hecho del historiador, y en segundo lugar, porque la observación del hecho depende del punto en el cual el autor esté parado.
Sonia Corcuera nos aclara esto de un modo sencillo: “A pesar de los esfuerzos hechos al escribir para revivir un momento de la historia y poseerla, el historiador sabe que esa historia nunca se le entrega totalmente”.[8] Por lo tanto, no hay un elemento propiamente auténtico de validez en los relatos históricos; no obstante, esto no le resta autenticidad a la narrativa histórica, pues trata de “explicar los acontecimientos históricos representándolos como si tuvieran la forma y la sustancia de un proceso narrativo”.[9]
Hemos llegado al punto de la explicación y la interpretación que derivan del discurso. La explicación es el objetivo de todo historiador moderno en su narración. No debe pretender representar tal cual la realidad siendo objetivo, debido a que no podrá separase de sus a prioris, que lo determinan. Por el contrario, cuando se realiza la explicación de un suceso histórico o de determinada época, se puede hacer de diferentes maneras argumentativas, sin que esto signifique que uno sea más verdadero o válido que otro. Son simplemente modos distintos de argumentar, explicar, tramar y reflejar una ideología. Todo depende de la selección que hace el historiador de los hechos que va a narrar, pues es posible que personalmente considere algunos más relevantes que otros, “y esta consideración nos permite preguntarnos qué tipo de noción de la realidad autoriza la construcción de una descripción narrativa de la realidad”[10]
Con base en las consideraciones aquí expuestas, puedo concluir que White antepone las estructuras del lenguaje debido a que para él son éstas las que autentifican el discurso realizado. No hay un grado como tal de veracidad que valide al texto, no hay narrativas falsas, sino narrativas mal relatadas.
Por ello, es la narratividad del autor aquella que le da el enfoque que el historiador nos ofrece como reflejo del momento contemporáneo, más allá de la validez del texto.
Bibliografía.
White, Hayden. El texto histórico como artefacto literario, Barcelona, Paidós /ICE /UAB, 2003, 252 pp.
Corcuera de Mancera, Sonia. “Tiempo, historia y relato: Paul Ricoeur. La historia como expresión literaria: Hayden White” en Voces y silencios en la historia. Siglos XIX y XX, México, FCE, 1997, pp. 349- 388.
White, Hayden. “El valor de la narrativa en la representación de la realidad” en El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica, Barcelona, Paidós, 1992, pp. 17-42.
[1] Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia. Siglos XIX y XX, México, FCE, 1997, p. 361.
[2] Ibídem, p. 363.
[3] Hayden White, El texto histórico como artefacto literario, Barcelona, Paidós /ICE /UAB, 2003, p. 116.
[4] Ibídem, p. 47.
[5] Ibídem, p. 48.
[6] Ibídem, p. 190.
[7] Ibídem, p. 54.
[8] Sonia Corcuera, Voces y silencios... op. cit., p. 376.
[9] Ibídem, p. 48.
[10] Hayden White, El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica, Barcelona, Paidós, 1992, p. 25.
Ana Rocío Hernández Santes
La elaboración de este ensayo surge a partir de la premisa de Sonia Corcuera, quien plantea que para Hayden White “sólo a través de las estructuras del lenguaje [...] se puede entender la historia y dar cuenta de sus procesos [...] la historia queda reducida a las diferentes formas de usar el lenguaje”.[1] Y tiene como propósito explicar por qué el autor narrativista privilegia las estructuras del lenguaje en la historia, así como los grados de veracidad dentro de un discurso.
Para White el discurso está determinado por una comprensión teórica, la cual se lleva a cabo mediante la tropología; un análisis del texto, el cual por medio de las figuraciones, conlleva a un significado producido por la imaginación del lector. El tropo –medio de escritura de cualquier autor- capta la realidad que éste quiere reflejar en su texto. Es en ese momento cuando se realiza la narración.
Los anales del Medioevo se caracterizan por ser un listado de años en el que se refieren aquellos sucesos que de algún modo u otro marcaron a la sociedad en cierto momento; es decir, son solamente crónicas, en las que únicamente aquellos elementos que los historiadores de la época consideraron importantes están presentes. No hay narración en este tipo de práctica. No hay tropo alguno que enlace un elemento con otro, o que le dé un sentido de carácter útil a los datos.
Es sólo cuando se rompe el paradigma de la historia como maestra de vida, que surge la necesidad de los nuevos historiadores de encontrar un sentido a los elementos referidos. Así aparece la narración, que es aquella que les da forma a los datos para integrar un discurso y no sólo presentar una aglomeración de datos.
“Cuando el historiador organiza los hechos como componentes de un espectáculo que tiene un inicio, un punto medio y un fin discernibles, la crónica se transforma en relato.”[2] Es el historiador quien tiene en sus manos la infinita posibilidad de dar un sentido a la crónica tramando su narración “como un relato de un tipo [...] determinado: novela, tragedia, sátira, épica o cualquier otro.”[3] El lector, conforme realiza su acción, va percatándose del giro que el autor ha decidido dar en su texto.
En el momento en que el historiador resuelve crear un discurso en torno a ciertos datos, comienza a crear una realidad correspondiente a la información que maneja y a la vez, “hacerlos en cierto modo disponibles para las técnicas de explicación e interpretación elegidas [...] para su explicación.”[4] En este proceso debe ser capaz de recrear la realidad que desea por medio de un lenguaje figurativo. De esta manera, el autor trama los hechos de modo que en su narrativa refleja su ideología, así como su contexto.
La consistencia lógica, es decir los elementos de investigación –por así llamarles-, que el historiador acumula para realizar su discurso, adquieren su narratividad en el momento en el cual el autor da consistencia al texto: Define qué estilo utilizará, qué ideología lo guiará, de qué manera presentará sus argumentos.
Este proceso, inconsciente, determina la lingüística que caracterizará el discurso. “Cualquier representación histórica de la realidad debe, creo, tratar de explicar los acontecimientos históricos representándolos como si tuvieran la forma y la sustancia de un proceso narrativo.”[5]
Como he mencionado antes, la narratividad del autor designará el giro del relato. No se trata simplemente una representación de hechos sucedidos en determinado tiempo, sino una serie de revelaciones que el historiador presenta a través de su propio metalenguaje, con los elementos de la teoría de los tropos.
La representación de los acontecimientos históricos trae consigo una relatividad de lo narrado. En otras líneas de la teoría de la historia, la narratividad es la contención de sucesos históricos escritos de cierta forma correspondiente a la contemporaneidad del autor. Para White, “Los relatos [...] son entidades lingüísticas y pertenecen al orden del discurso.”[6] No son solamente narraciones que van a describir elementos fácticos, es decir, acontecimientos históricos, sino que también constan de un enfoque retórico. Es por eso que el autor da mayor importancia a la forma que al contenido. Para él, lo que tiene más valor en su postura son los elementos tropológicos, con los cuales se crea el texto, independientemente de aquello que quiere tratar en el discurso.
Retomemos, pues, el tema de la veracidad en el texto. Nos encontramos aquí con una problemática pues si las narraciones históricas son sólo estructuras del lenguaje, entonces ¿podría la historia ser solamente literatura? El mismo White nos propone una respuesta para dicho problema:
“Sólo si uno iguala el escrito literario con la mentira o la falsificación y niega a la literatura cualquier interés en representar la realidad de un modo realista…”
Y añade: “…Esto nos permite equiparar la historia con la ciencia moderna, en tanto se ha dicho que esta última está menos interesada en determinar la verdad acerca del mundo que en determinar su ‘realidad’.[7]
Hayden White nos dice, entonces, que el reflejo de la propia realidad del autor plasmado en la narración es más importante o tiene mayor carácter de validez ante el intento de veracidad que algunos autores pretenden. Esto se debe a que ningún historiador tendrá jamás los elementos necesarios para describir lo que verdaderamente pasó. En principio, debido a la atemporalidad que separa al hecho del historiador, y en segundo lugar, porque la observación del hecho depende del punto en el cual el autor esté parado.
Sonia Corcuera nos aclara esto de un modo sencillo: “A pesar de los esfuerzos hechos al escribir para revivir un momento de la historia y poseerla, el historiador sabe que esa historia nunca se le entrega totalmente”.[8] Por lo tanto, no hay un elemento propiamente auténtico de validez en los relatos históricos; no obstante, esto no le resta autenticidad a la narrativa histórica, pues trata de “explicar los acontecimientos históricos representándolos como si tuvieran la forma y la sustancia de un proceso narrativo”.[9]
Hemos llegado al punto de la explicación y la interpretación que derivan del discurso. La explicación es el objetivo de todo historiador moderno en su narración. No debe pretender representar tal cual la realidad siendo objetivo, debido a que no podrá separase de sus a prioris, que lo determinan. Por el contrario, cuando se realiza la explicación de un suceso histórico o de determinada época, se puede hacer de diferentes maneras argumentativas, sin que esto signifique que uno sea más verdadero o válido que otro. Son simplemente modos distintos de argumentar, explicar, tramar y reflejar una ideología. Todo depende de la selección que hace el historiador de los hechos que va a narrar, pues es posible que personalmente considere algunos más relevantes que otros, “y esta consideración nos permite preguntarnos qué tipo de noción de la realidad autoriza la construcción de una descripción narrativa de la realidad”[10]
Con base en las consideraciones aquí expuestas, puedo concluir que White antepone las estructuras del lenguaje debido a que para él son éstas las que autentifican el discurso realizado. No hay un grado como tal de veracidad que valide al texto, no hay narrativas falsas, sino narrativas mal relatadas.
Por ello, es la narratividad del autor aquella que le da el enfoque que el historiador nos ofrece como reflejo del momento contemporáneo, más allá de la validez del texto.
Bibliografía.
White, Hayden. El texto histórico como artefacto literario, Barcelona, Paidós /ICE /UAB, 2003, 252 pp.
Corcuera de Mancera, Sonia. “Tiempo, historia y relato: Paul Ricoeur. La historia como expresión literaria: Hayden White” en Voces y silencios en la historia. Siglos XIX y XX, México, FCE, 1997, pp. 349- 388.
White, Hayden. “El valor de la narrativa en la representación de la realidad” en El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica, Barcelona, Paidós, 1992, pp. 17-42.
[1] Sonia Corcuera de Mancera, Voces y silencios en la historia. Siglos XIX y XX, México, FCE, 1997, p. 361.
[2] Ibídem, p. 363.
[3] Hayden White, El texto histórico como artefacto literario, Barcelona, Paidós /ICE /UAB, 2003, p. 116.
[4] Ibídem, p. 47.
[5] Ibídem, p. 48.
[6] Ibídem, p. 190.
[7] Ibídem, p. 54.
[8] Sonia Corcuera, Voces y silencios... op. cit., p. 376.
[9] Ibídem, p. 48.
[10] Hayden White, El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica, Barcelona, Paidós, 1992, p. 25.
Ana Rocío Hernández Santes
El texto desde distintas perspectivas
¡Hola! Encontre este trabajo que hice para una clase de Teoría, habla del texto según distintas perspectivas, pensé que les podía ser útil, pues creo que todos aún no estamos seguros sobre la línea teórica que queremos elegir en nuestro trabajo. Ojalá les sea útil.
Intentaré exponer las distintas posturas de diferentes autores frente al texto. Veremos al texto desde la hermenéutica, la analítica lógica, Paul Ricoeur, Roland Barthes y Michel de Certeau. Comenzaremos por presentar brevemente las diferentes teorías para aproximar al lector a la comparación que se realizará posteriormente.
Hermenéutica
La hermenéutica es una teoría de la interpretación de los textos, cuya base está en enfatizar el proceso de comprensión de un texto a partir de la reconstrucción o la inmersión del texto en su contexto histórico dialógico. Para ésta teoría el texto es todo aquello que sea interpretable y por lo tanto existen diferentes niveles de comprensión. El lector se encarga de actualizar el texto cada vez que lo interpreta, no existe una interpretación verdadera porque el texto tiene tantos sentidos como lecturas posibles. El texto está limitado por su contexto, es decir, que este contexto nos limita para conocer el sentido. Por otro lado, el texto está abierto, ya que el sentido es inagotable a un cuando esté limitado por el contexto. Esto es a lo que Koselleck llamó horizonte de expectativas (texto abierto) y espacio de experiencia (texto cerrado). El texto también es representación, lenguaje y huella.
En esta teoría, texto y documento son iguales debido a que los dos son interpretables, son una unidad de sentido (se toma en cuenta el contexto). Sin embargo, el documento es considerado una parte del texto, que es pérdida debido a que es inconmensurable y no es autocontenido. Con esto queremos decir, que nunca se va a llegar al sentido en el cual el texto fue escrito, solamente se tienen puentes de acceso.
Es importante recalcar que hubo un cambio en la teoría hermenéutica en el paso del siglo XIX al siglo XX. Esto se dio debido a que el concepto de historicidad apareció. Se entiende por historicidad cuando se saca un texto de un contexto historizable para introducirlo en otro momento. Esta transformación se tradujo en un cambio en la pregunta por el sentido que se hacía en el S. XIX ¿Cuál es el verdadero sentido del texto? para ahora preguntarse por ¿Cuál es el sentido del texto?
La diferencia radica en que en el S. XIX buscaban llegar a un sentido verdadero del texto, pero en el S. XX los historiadores se percatan que nunca podremos llegar a un sentido único, debido a que no existe uno solo, sino tantos como lectores, dando lugar a que se vuelva inagotable.
Analítica lógica
Para la analítica lógica el texto es una explicación de su contexto. A diferencia de la hermenéutica, el texto está cerrado y autocontenido, es decir, que cree que tiene un sentido único al cual se llega por medio del significado literal del texto. De esta forma, la analítica lógica desecha la interpretación de los textos. Esto trae como consecuencia que considere que el texto solamente es aquél lenguaje escrito, al contrario de la hermenéutica que piensa el texto como todo lo interpretable.
Michel de Certeau
Para él, el texto es el presente en el momento en que el lector lo interpreta, es una construcción que tiene tantas vidas como observaciones.
Paul Ricoeur
Paul Ricoeur era un historiador que provenía de la tradición neohermenéutica del siglo XX, pero difería de ella en que él pensaba que el método hermenéutico tenía una forma espiral, es decir, que nunca se podrá llegar al sentido ya que hay una multiplicidad de sentidos y no se puede alcanzar ninguno de estos. De esta forma, el texto nunca se llega a comprender completamente. Sigue el mismo método hermenéutica, en el cual se da una interpretación, comprensión y reconfiguración. Esta última tiene dos vertientes, la primera es la propia del sentido, mientras que la segunda parte de la interpretación.
Para Ricoeur, el texto está muerto hasta que el observador le da vida por medio de la reconstrucción. Tiene como propósito pretender representar la realidad. Es un discurso fijado por la escritura, así como el producto de dos ocultamientos: el del escritor y el del lector. Con esto se refiere a que el escritor deja de estar presente (muere) en el texto al momento en que lo escribe, dejando atrás su ausencia. Asimismo, el texto le oculta al lector su verdadero sentido.
Para Ricoeur, el texto es una exteriorización de la memoria. En este sentido el texto funciona como una ayuda a la memoria. Así, el texto es una huella exterior. Ricoeur es el único que maneja el texto en relación a la memoria.
Roland Barthes
Para Barthes, el texto va inevitablemente unido a la muerte del autor, la cual comienza en el momento en que la escritura inicia. La figura del autor se suprime en beneficio de la escritura. Esto permite que el texto se pueda concebir más allá de los autores. Esto se debe a que parte de la postura de la lingüística que concibe a la lengua como algo independiente de los hablantes, dando lugar a que de igual manera el texto pueda prescindir de su autor. Así, lo que produce el autor lo excede. Escribir es entonces, un performativo de la realidad, es decir, que expone la realidad desde un punto de vista.
Barthes considera que no somos verdaderamente originales al escribir un texto, debido a que somos una creación de la cultura en la cual estamos inmersos. Dicho en las propias palabras de Barthes, el texto no es más que “un tejido de citas provenientes de los mil focos de la cultura”. De esta forma, el escritor se encuentra limitado por los textos anteriores a él. Esta idea es similar a la condición de posibilidad en Michel de Certeau, que como se vio anteriormente, se refiere al contexto e institución en los cuales el autor se encuentra situado al escribir su texto.
Debido a la muerte del autor, el lector juega un papel fundamental ya que le da vida al texto. En este sentido, Barthes tiene una similitud con Ricoeur ya que ambos matan al autor, dándole al lector la facultad de revivir el texto en el momento en que éste tiene contacto con él. Sin embargo, la diferencia entre estos dos autores, radica en que para Ricoeur el autor muere, más su esencia no desparece del todo, ya que es indispensable para la contextualización del texto. En cambio, para Barthes lo que importa no es el emisor, sino el receptor.
Según Barthes, el texto nos da placer si al interpretarlo nos logra remitir a algo más. Detrás del texto se encuentra el sentido, al cual no se puede llegar debido a que la intención del autor muere con él. En este punto también coincide con Ricoeur debido a que ambos consideran que no se puede conocer la intencionalidad primaria del autor, y por lo tanto tampoco se alcanza el sentido del texto.
Tanto la muerte del autor, como la imposibilidad de alcanzar el sentido del texto intencionado por el autor, son dos conceptos similares a la pérdida irrecuperable que maneja Michel de Certeau.
Ana Rocío Hernández Santes
Intentaré exponer las distintas posturas de diferentes autores frente al texto. Veremos al texto desde la hermenéutica, la analítica lógica, Paul Ricoeur, Roland Barthes y Michel de Certeau. Comenzaremos por presentar brevemente las diferentes teorías para aproximar al lector a la comparación que se realizará posteriormente.
Hermenéutica
La hermenéutica es una teoría de la interpretación de los textos, cuya base está en enfatizar el proceso de comprensión de un texto a partir de la reconstrucción o la inmersión del texto en su contexto histórico dialógico. Para ésta teoría el texto es todo aquello que sea interpretable y por lo tanto existen diferentes niveles de comprensión. El lector se encarga de actualizar el texto cada vez que lo interpreta, no existe una interpretación verdadera porque el texto tiene tantos sentidos como lecturas posibles. El texto está limitado por su contexto, es decir, que este contexto nos limita para conocer el sentido. Por otro lado, el texto está abierto, ya que el sentido es inagotable a un cuando esté limitado por el contexto. Esto es a lo que Koselleck llamó horizonte de expectativas (texto abierto) y espacio de experiencia (texto cerrado). El texto también es representación, lenguaje y huella.
En esta teoría, texto y documento son iguales debido a que los dos son interpretables, son una unidad de sentido (se toma en cuenta el contexto). Sin embargo, el documento es considerado una parte del texto, que es pérdida debido a que es inconmensurable y no es autocontenido. Con esto queremos decir, que nunca se va a llegar al sentido en el cual el texto fue escrito, solamente se tienen puentes de acceso.
Es importante recalcar que hubo un cambio en la teoría hermenéutica en el paso del siglo XIX al siglo XX. Esto se dio debido a que el concepto de historicidad apareció. Se entiende por historicidad cuando se saca un texto de un contexto historizable para introducirlo en otro momento. Esta transformación se tradujo en un cambio en la pregunta por el sentido que se hacía en el S. XIX ¿Cuál es el verdadero sentido del texto? para ahora preguntarse por ¿Cuál es el sentido del texto?
La diferencia radica en que en el S. XIX buscaban llegar a un sentido verdadero del texto, pero en el S. XX los historiadores se percatan que nunca podremos llegar a un sentido único, debido a que no existe uno solo, sino tantos como lectores, dando lugar a que se vuelva inagotable.
Analítica lógica
Para la analítica lógica el texto es una explicación de su contexto. A diferencia de la hermenéutica, el texto está cerrado y autocontenido, es decir, que cree que tiene un sentido único al cual se llega por medio del significado literal del texto. De esta forma, la analítica lógica desecha la interpretación de los textos. Esto trae como consecuencia que considere que el texto solamente es aquél lenguaje escrito, al contrario de la hermenéutica que piensa el texto como todo lo interpretable.
Michel de Certeau
Para él, el texto es el presente en el momento en que el lector lo interpreta, es una construcción que tiene tantas vidas como observaciones.
Paul Ricoeur
Paul Ricoeur era un historiador que provenía de la tradición neohermenéutica del siglo XX, pero difería de ella en que él pensaba que el método hermenéutico tenía una forma espiral, es decir, que nunca se podrá llegar al sentido ya que hay una multiplicidad de sentidos y no se puede alcanzar ninguno de estos. De esta forma, el texto nunca se llega a comprender completamente. Sigue el mismo método hermenéutica, en el cual se da una interpretación, comprensión y reconfiguración. Esta última tiene dos vertientes, la primera es la propia del sentido, mientras que la segunda parte de la interpretación.
Para Ricoeur, el texto está muerto hasta que el observador le da vida por medio de la reconstrucción. Tiene como propósito pretender representar la realidad. Es un discurso fijado por la escritura, así como el producto de dos ocultamientos: el del escritor y el del lector. Con esto se refiere a que el escritor deja de estar presente (muere) en el texto al momento en que lo escribe, dejando atrás su ausencia. Asimismo, el texto le oculta al lector su verdadero sentido.
Para Ricoeur, el texto es una exteriorización de la memoria. En este sentido el texto funciona como una ayuda a la memoria. Así, el texto es una huella exterior. Ricoeur es el único que maneja el texto en relación a la memoria.
Roland Barthes
Para Barthes, el texto va inevitablemente unido a la muerte del autor, la cual comienza en el momento en que la escritura inicia. La figura del autor se suprime en beneficio de la escritura. Esto permite que el texto se pueda concebir más allá de los autores. Esto se debe a que parte de la postura de la lingüística que concibe a la lengua como algo independiente de los hablantes, dando lugar a que de igual manera el texto pueda prescindir de su autor. Así, lo que produce el autor lo excede. Escribir es entonces, un performativo de la realidad, es decir, que expone la realidad desde un punto de vista.
Barthes considera que no somos verdaderamente originales al escribir un texto, debido a que somos una creación de la cultura en la cual estamos inmersos. Dicho en las propias palabras de Barthes, el texto no es más que “un tejido de citas provenientes de los mil focos de la cultura”. De esta forma, el escritor se encuentra limitado por los textos anteriores a él. Esta idea es similar a la condición de posibilidad en Michel de Certeau, que como se vio anteriormente, se refiere al contexto e institución en los cuales el autor se encuentra situado al escribir su texto.
Debido a la muerte del autor, el lector juega un papel fundamental ya que le da vida al texto. En este sentido, Barthes tiene una similitud con Ricoeur ya que ambos matan al autor, dándole al lector la facultad de revivir el texto en el momento en que éste tiene contacto con él. Sin embargo, la diferencia entre estos dos autores, radica en que para Ricoeur el autor muere, más su esencia no desparece del todo, ya que es indispensable para la contextualización del texto. En cambio, para Barthes lo que importa no es el emisor, sino el receptor.
Según Barthes, el texto nos da placer si al interpretarlo nos logra remitir a algo más. Detrás del texto se encuentra el sentido, al cual no se puede llegar debido a que la intención del autor muere con él. En este punto también coincide con Ricoeur debido a que ambos consideran que no se puede conocer la intencionalidad primaria del autor, y por lo tanto tampoco se alcanza el sentido del texto.
Tanto la muerte del autor, como la imposibilidad de alcanzar el sentido del texto intencionado por el autor, son dos conceptos similares a la pérdida irrecuperable que maneja Michel de Certeau.
Ana Rocío Hernández Santes
La despedida de la objetividad y el constructivismo radical
Despedida de la objetividad.
Ernst von Glasersfeld.
El autor alemán pertenece a la corriente historiográfica del constructivismo radical. El artículo publicado en 1994, intenta hacer un análisis a la filosofía de Heinz von Foerster a través de comparaciones y analogías con diferentes autores.
Von Glasersfeld no propone en conciso una nueva idea, sino que va dando argumentos para apoyar la teoría de Heinz von Foerster. Plantea en base a la asociación de Kant, un encadenamiento de objetos, que con eso todo es producto de nuestra propia y característica capacidad de representación. Es decir que relacionamos las cosas a través de nuestro conocimiento (erkenntnis). No podemos relacionar algo con lo que nunca hemos sido asociados de alguna manera.
Es importante mencionar que para poder asociarlo, hemos de tomar en cuenta el espacio y el tiempo, ya que ellos son los principios del orden de nuestra experiencia, afirmando que no podemos representar o asociar algo más allá de nuestra experiencia. La teoría del conocimiento convencional, se opone a la teoría de Kant, pues dice que el papel del saber no consiste en reflejar la realidad objetiva, sino en capacitarnos para obrar y alcanzar objetivos en el mundo de nuestra experiencia.
Para el constructivismo radical, la adecuación nunca es una igualación, sino el desarrollo de estructuras, para poder ordenar nuestro modo de pensar, vivir y experimentar. Esto crea nuestro propio mundo de la experiencia. Dicha corriente tiene un glosario, donde sus conceptos son aplicados en un sentido diferente al de otras corrientes. Por asociación entienden la percepción de los sentidos.
El constructivismo radical no quiere ni puede ser otra cosa que un modo de pensar sobre el único mundo al que tenemos acceso, y ése es el mundo de los fenómenos que vivimos.
Ana Rocío Hernández Santes
Ernst von Glasersfeld.
El autor alemán pertenece a la corriente historiográfica del constructivismo radical. El artículo publicado en 1994, intenta hacer un análisis a la filosofía de Heinz von Foerster a través de comparaciones y analogías con diferentes autores.
Von Glasersfeld no propone en conciso una nueva idea, sino que va dando argumentos para apoyar la teoría de Heinz von Foerster. Plantea en base a la asociación de Kant, un encadenamiento de objetos, que con eso todo es producto de nuestra propia y característica capacidad de representación. Es decir que relacionamos las cosas a través de nuestro conocimiento (erkenntnis). No podemos relacionar algo con lo que nunca hemos sido asociados de alguna manera.
Es importante mencionar que para poder asociarlo, hemos de tomar en cuenta el espacio y el tiempo, ya que ellos son los principios del orden de nuestra experiencia, afirmando que no podemos representar o asociar algo más allá de nuestra experiencia. La teoría del conocimiento convencional, se opone a la teoría de Kant, pues dice que el papel del saber no consiste en reflejar la realidad objetiva, sino en capacitarnos para obrar y alcanzar objetivos en el mundo de nuestra experiencia.
Para el constructivismo radical, la adecuación nunca es una igualación, sino el desarrollo de estructuras, para poder ordenar nuestro modo de pensar, vivir y experimentar. Esto crea nuestro propio mundo de la experiencia. Dicha corriente tiene un glosario, donde sus conceptos son aplicados en un sentido diferente al de otras corrientes. Por asociación entienden la percepción de los sentidos.
El constructivismo radical no quiere ni puede ser otra cosa que un modo de pensar sobre el único mundo al que tenemos acceso, y ése es el mundo de los fenómenos que vivimos.
Ana Rocío Hernández Santes
viernes, 12 de septiembre de 2008
El valor de la narrativa
Para Hayden White la narrativa constituye un factor esencial dentro de la propia naturaleza del hombre “La narrativa es un metacódigo, un universal humano sobre cuya base pueden transmitirse mensajes transculturales acerca de la naturaleza de una realidad común”[1]
En primer lugar diferencia el acto de narrar, que consiste en relatar los acontecimientos e irlos uniendo, mientras que narrativizar, es enlistar los datos a fin de obtener una cronología.

La Historia necesita la narración para poder contar los hechos que sucedieron, consiste en un proceso de codificación y recodificación. Un historiador al ir presentando la trama del acontecimiento que está narrando nos da una cierta validez y la llena de coherencia para poder comprenderlos. Desde mi punto de vista este argumento es una de las razones por las cuales White identifica la Historia más dentro del campo literario que del científico.
Así mismo dentro de la lectura habla acerca de lo que autores como Barthes opinan de la narrativa. A partir de la explicación que nos da surge la problemática de que la propia narrativa no tiene la capacidad de significar en su totalidad lo que sucedió.
Así mismo dentro de la lectura habla acerca de lo que autores como Barthes opinan de la narrativa. A partir de la explicación que nos da surge la problemática de que la propia narrativa no tiene la capacidad de significar en su totalidad lo que sucedió.
[1] White Hayden, El contenido de la froma, Barcelona, Paidós, 1992 (Paidós básica, 58) p. 17.
miércoles, 10 de septiembre de 2008
Investigación y difusión en México
He conseguido un libro escrito debido a la conmemoración de los cincuenta años de la fundación de Investigaciones Históricas de la UNAM. Se organizó un coloquio en Guanajuato en 1996 con investigadores representantes de las universidades más prestigiosas tales como la UNAM, la Universidad de Texas, Universidad Anáhuac, INAH, El Colegio de México y la Universidad Iberoamericana entres otras. (El Doctor Luis Vergara fue en representación de nuestro departamento en aquellos días).
Los temas expuestos en el libro son variados. Los primeros capítulos están dedicados en su mayoría a la Teoría de la Historia. Sin embargo, en el tercer capítulo llamado Liaisons dangereuses: memoria y olvido historiográfico México- Estados Unidos, se exponen argumentos actuales sobre la labor de investigar en México comparada con la de Estados Unidos y encontré algunos puntos curiosos. Extraje de dicho texto las siguientes citas:
“ Las relaciones peligrosas de las que vengo hablando tienen por escenario un marco institucional lleno de paradojas. Enumero tan solo tres: leer y bibliotecas, estudiar e instituciones y publicar y editoriales.
Leer y bibliotecas: escribir historia de México se facilita mucho en las bibliotecas de california, de Texas, de Boston, de Cambridge, adonde uno puede ir y no hay necesidades hablar inglés. Ahí uno puede fotocopiar y disponer de material de manera exactamente inversa a la pensó dificultad con la que un lector cualquiera espera una hora para recibir un libro en cierta buena biblioteca del Ajusco. Claro, en Estados Unidos, don dinero es poderoso caballero, pero no necesariamente tenía que ser ilustrado. Dineros han ido y venido en México y de libros nada. No dudo en decirlo: la influencia más importante de la historia profesional estadounidense en la historiografía mexicana ha sido la accesibilidad bibliográfica. ¿Qué se roban bibliotecas mexicanas? Las compran, y uno se pregunta si existirían algunas colecciones en México si nunca hubieran sido compradas.
Estudiar e instituciones: en los años noventa, la influencia más importante de la escuela historiográfica estadounidense no está en los contenidos sino en las formas institucionales. A la manera como los historiadores norteamericanos de fines del XIX viajaban a Alemania a copiar el estilo de los doctorados y seminarios germánicos, las ciencias sociales y la historia mexicana ya va para más de treinta años que viajan rumbo al norte en busca del estilo norteamericano de organización del conocimiento (...) los esfuerzos institucionales de los grandes maestros de la historiografía mexicana de la posguerra lograron consolidar dos o tres instituciones de primera, dos o tres programas de doctorado, una editorial. Pero los años de inconsistencia, descuido y patanería institucional han creado muy pocos nuevos centros y sí han debilitado muchos que con grandes esfuerzos subsisten. Uno esperaría grandes contactos académicos entre instituciones de Estaos Unidos y México. Sin embargo, no ocurre así.
Publicar y editoriales: en la academia norteamericana se oye aquella famosa leyenda: publicar o morir (publish or perish) (…) Se publica toda suerte de sinsentidos pero, eso sí, en impecable vestido y jerga académica (…) en la mayoría de los casos, el autor nunca ve la cara de sus editores. Ayuda, pero no es necesario ser amigo de nadie. Una vez publicados, los libros salen al mercado; las editoriales se encargan de la distribución en el mundo del habla inglesa. En México, un historiador sin nombre tiene que pasar muchas horas café, horas grilla, horas ruego, horas contacto y horas trabajo para conseguir publicar su manuscrito. En la mayoría de los casos, el joven historiador acaba vendiendo su alma si no al diablo sí a alguna secretaría de Estado, a un contacto pesado o a alguna de nuestras cosas nostras intelectuales. Para publicar hay que ser amigo de alguien. Las editoriales universitarias, algunas de las cuales han publicado libros importantísimos para la historia de México, no parecen tener un criterio firme y publican lo mismo un homenaje a “ilustres” mexicanos como José Francisco Ruíz Massieu o los realmente indispensables trabajos de don Edmundo O’Gorman. Otras editoriales universitarias tienen la “sabia” política de sólo publicar a los de casa. Existen dos o tres editoriales no universitarias serias, con arbitrajes, pero aún ésas requieren de sus horas grilla y contactos. Ya aceptado, un libro que viene de por ahí cerca de la Hacienda de Anzures tarda seis meses en salir. Otro que viene de algún cubículo universitario puede tardar entre tres o cinco años. Una vez publicado el libro, pocas editoriales mexicanas incluyen entre sus obligaciones la distribución. Pero ya que el historiador es famoso, y conocido, son muchos los incentivos para publicar todo, incluso cartas de amor, memorandos de oficina y listas de supermercado. Entonces se multiplican las posibilidades de morir intelectualmente con tal de publicar todo lo que se pide. Y, además, el hambre es canija. Así, estamos en el publish or perish vs perishing to publish to perish.”
Éste discurso de Mauricio Tenorio Trillo, representante de la Universidad de Texas, no es el único que critica la forma de conducirse de las instituciones mexicanas dentro del libro.
Si les interesa, la bibliografía es:
Von Wobeser, Gisela (coord.) Cincuenta años de investigación histórica en México, 2ª ed. Instituto de Investigaciones Históricas UNAM, México, 1998.
Lo encuentran en la biblioteca de nuestra universidad con la clave F1224 C46 1998
Los temas expuestos en el libro son variados. Los primeros capítulos están dedicados en su mayoría a la Teoría de la Historia. Sin embargo, en el tercer capítulo llamado Liaisons dangereuses: memoria y olvido historiográfico México- Estados Unidos, se exponen argumentos actuales sobre la labor de investigar en México comparada con la de Estados Unidos y encontré algunos puntos curiosos. Extraje de dicho texto las siguientes citas:
“ Las relaciones peligrosas de las que vengo hablando tienen por escenario un marco institucional lleno de paradojas. Enumero tan solo tres: leer y bibliotecas, estudiar e instituciones y publicar y editoriales.
Leer y bibliotecas: escribir historia de México se facilita mucho en las bibliotecas de california, de Texas, de Boston, de Cambridge, adonde uno puede ir y no hay necesidades hablar inglés. Ahí uno puede fotocopiar y disponer de material de manera exactamente inversa a la pensó dificultad con la que un lector cualquiera espera una hora para recibir un libro en cierta buena biblioteca del Ajusco. Claro, en Estados Unidos, don dinero es poderoso caballero, pero no necesariamente tenía que ser ilustrado. Dineros han ido y venido en México y de libros nada. No dudo en decirlo: la influencia más importante de la historia profesional estadounidense en la historiografía mexicana ha sido la accesibilidad bibliográfica. ¿Qué se roban bibliotecas mexicanas? Las compran, y uno se pregunta si existirían algunas colecciones en México si nunca hubieran sido compradas.
Estudiar e instituciones: en los años noventa, la influencia más importante de la escuela historiográfica estadounidense no está en los contenidos sino en las formas institucionales. A la manera como los historiadores norteamericanos de fines del XIX viajaban a Alemania a copiar el estilo de los doctorados y seminarios germánicos, las ciencias sociales y la historia mexicana ya va para más de treinta años que viajan rumbo al norte en busca del estilo norteamericano de organización del conocimiento (...) los esfuerzos institucionales de los grandes maestros de la historiografía mexicana de la posguerra lograron consolidar dos o tres instituciones de primera, dos o tres programas de doctorado, una editorial. Pero los años de inconsistencia, descuido y patanería institucional han creado muy pocos nuevos centros y sí han debilitado muchos que con grandes esfuerzos subsisten. Uno esperaría grandes contactos académicos entre instituciones de Estaos Unidos y México. Sin embargo, no ocurre así.
Publicar y editoriales: en la academia norteamericana se oye aquella famosa leyenda: publicar o morir (publish or perish) (…) Se publica toda suerte de sinsentidos pero, eso sí, en impecable vestido y jerga académica (…) en la mayoría de los casos, el autor nunca ve la cara de sus editores. Ayuda, pero no es necesario ser amigo de nadie. Una vez publicados, los libros salen al mercado; las editoriales se encargan de la distribución en el mundo del habla inglesa. En México, un historiador sin nombre tiene que pasar muchas horas café, horas grilla, horas ruego, horas contacto y horas trabajo para conseguir publicar su manuscrito. En la mayoría de los casos, el joven historiador acaba vendiendo su alma si no al diablo sí a alguna secretaría de Estado, a un contacto pesado o a alguna de nuestras cosas nostras intelectuales. Para publicar hay que ser amigo de alguien. Las editoriales universitarias, algunas de las cuales han publicado libros importantísimos para la historia de México, no parecen tener un criterio firme y publican lo mismo un homenaje a “ilustres” mexicanos como José Francisco Ruíz Massieu o los realmente indispensables trabajos de don Edmundo O’Gorman. Otras editoriales universitarias tienen la “sabia” política de sólo publicar a los de casa. Existen dos o tres editoriales no universitarias serias, con arbitrajes, pero aún ésas requieren de sus horas grilla y contactos. Ya aceptado, un libro que viene de por ahí cerca de la Hacienda de Anzures tarda seis meses en salir. Otro que viene de algún cubículo universitario puede tardar entre tres o cinco años. Una vez publicado el libro, pocas editoriales mexicanas incluyen entre sus obligaciones la distribución. Pero ya que el historiador es famoso, y conocido, son muchos los incentivos para publicar todo, incluso cartas de amor, memorandos de oficina y listas de supermercado. Entonces se multiplican las posibilidades de morir intelectualmente con tal de publicar todo lo que se pide. Y, además, el hambre es canija. Así, estamos en el publish or perish vs perishing to publish to perish.”
Éste discurso de Mauricio Tenorio Trillo, representante de la Universidad de Texas, no es el único que critica la forma de conducirse de las instituciones mexicanas dentro del libro.
Si les interesa, la bibliografía es:
Von Wobeser, Gisela (coord.) Cincuenta años de investigación histórica en México, 2ª ed. Instituto de Investigaciones Históricas UNAM, México, 1998.
Lo encuentran en la biblioteca de nuestra universidad con la clave F1224 C46 1998
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Instituciones,
México vs Estados Unidos
martes, 9 de septiembre de 2008
Sobre la Investigación de la historia
Hola a todos
Buscando en internet me topé con un blog buenísimo en el que una habla sobre la investigación en la historia especificamente. Creo que nos puede ser de gran utilidad, porque muestra los pasos muy metodológicamente de cómo realizar una investigación.
Comienza por la enunciación del problema, y da una breve descripción de cúal es la mejor manera de delimitarlo. Habla de fuentes, de recolección de información, de archivos, de la crítica a las fuentes, y hasta de la formulación de una hipótesis.
Me parece que la postura del que lo escribió es un poco Old School, y muy válida. A lo que me refiero, es a que esta manera tan esquemática y delimitada de la investigación - como la crítica externa y la crítica interna de las fuentes - es algo con lo que hemos tenido poco contacto, y hasta nos resulta un poco tedioso. Pero pienso que si echamos un vistazo en lo que este blogger piensa sobre cada uno de los puntos, nos va a ser de mucha utilidad, porque si realmente pensamos dedicarnos a la investigación, no podemos pasar por alto cosas tan básicas.
Aquí les dejo la dirección http://noemagico.blogia.com/2006/100101-la-investigacion-historica.php
Buscando en internet me topé con un blog buenísimo en el que una habla sobre la investigación en la historia especificamente. Creo que nos puede ser de gran utilidad, porque muestra los pasos muy metodológicamente de cómo realizar una investigación.
Comienza por la enunciación del problema, y da una breve descripción de cúal es la mejor manera de delimitarlo. Habla de fuentes, de recolección de información, de archivos, de la crítica a las fuentes, y hasta de la formulación de una hipótesis.
Me parece que la postura del que lo escribió es un poco Old School, y muy válida. A lo que me refiero, es a que esta manera tan esquemática y delimitada de la investigación - como la crítica externa y la crítica interna de las fuentes - es algo con lo que hemos tenido poco contacto, y hasta nos resulta un poco tedioso. Pero pienso que si echamos un vistazo en lo que este blogger piensa sobre cada uno de los puntos, nos va a ser de mucha utilidad, porque si realmente pensamos dedicarnos a la investigación, no podemos pasar por alto cosas tan básicas.
Aquí les dejo la dirección http://noemagico.blogia.com/2006/100101-la-investigacion-historica.php
Observando desde presente.
En la introducción del texto La inestabilidad de lo real en la ciencia de la historia, se explica brevemente y de una forma sencilla lo que fue el giro historiográfico, y los cambios que propuso para la investigación histórica, “Esto es, cuando la historia, en tanto que conocimiento, se sabe también parte de la historia: la historia de la escritura de la historia”.[1]
El cambio que ocurre a diferencia de la forma en la que se abordaba la historia en el siglo XIX, es que se comprende y se asimila al trabajo del historiador la idea de que la historia se hace desde el presente, esto quiere decir que no hay un pasado ya escrito, sino que este pasado se crea en el presente del historiador “(...) pues muestra que el pasado construido por la investigación histórica no existe en sí mismo, sino por medio de un limite (o frontera) que se constituye en el presente”. [2] El historiador se da cuenta que él también es afectado por la historia, es parte de ella.
Un concepto muy importante para entender esto es el de observador, es decir, que cuando estamos describiendo la “realidad”, no estamos hablando de algo estático y estable, sino que nos estamos colocando en un punto de observación, completamente afectado por nuestro presente, y estamos construyendo un pasado, esto quiere decir, que si algún otro sujeto decide hacer esta observación desde otro punto, seguramente observaremos el mismo suceso de una manera diferente.
[1] Alfonso Mendiola, “La inestabilidad de lo real en la ciencia de la historia: ¿Argumentativa y/o narrativa?”, en Historia y Grafía, n. 24, México, UIA, 2005, p. 97.
[2] Idem.
El cambio que ocurre a diferencia de la forma en la que se abordaba la historia en el siglo XIX, es que se comprende y se asimila al trabajo del historiador la idea de que la historia se hace desde el presente, esto quiere decir que no hay un pasado ya escrito, sino que este pasado se crea en el presente del historiador “(...) pues muestra que el pasado construido por la investigación histórica no existe en sí mismo, sino por medio de un limite (o frontera) que se constituye en el presente”. [2] El historiador se da cuenta que él también es afectado por la historia, es parte de ella.
Un concepto muy importante para entender esto es el de observador, es decir, que cuando estamos describiendo la “realidad”, no estamos hablando de algo estático y estable, sino que nos estamos colocando en un punto de observación, completamente afectado por nuestro presente, y estamos construyendo un pasado, esto quiere decir, que si algún otro sujeto decide hacer esta observación desde otro punto, seguramente observaremos el mismo suceso de una manera diferente.
[1] Alfonso Mendiola, “La inestabilidad de lo real en la ciencia de la historia: ¿Argumentativa y/o narrativa?”, en Historia y Grafía, n. 24, México, UIA, 2005, p. 97.
[2] Idem.
domingo, 7 de septiembre de 2008
El texto historiográfico como artefacto literario, White
Supongo que todos en algunas clases hemos escuchado a un profesor decir que hacer Historia, es la producción de Literatura. Aquí quiero compartirles una breve reflexión acerca de un texto de Hayden White en el que habla del texto historiográfico como artefacto literario.
Para el autor la obra histórica es estructural no podemos explicarla desde la lógica científica, sino desde la retórica. La comprensión de los hechos se lleva a cabo desde un plano poético, es decir narrativo y en no en un nivel científico. Gracias a la trama podemos familiarizarnos con algo que anteriormente no lo era.
Al momento de pasar los datos a una narración, se articula una trama, un argumento y una ideología, que da lugar a una narración “… tiene que ver con el estatuto de la narrativa histórica, considerada solo como artefacto verbal, es decir con un modelo de estructuras y procesos de un pasado lejano y que, en consecuencia, no está sujeto ni a los controles experimentales ni a la observación”[1]
Es una estructura verbal en forma de discurso de prosa narrativa, que pretende ser un modelo o imagen de estructuras y procesos que sucedieron en el pasado con el objetivo de explicar lo que fueron por medio de una representación. El historiador nos ofrece imágenes de la manera en que podemos relacionar los hechos.
En conclusión White sostiene que la diferencia entre Historia y Literatura consiste en las pretensiones de verdad de la primera.
[1] White, Hayden, El texto historiográfico como artefacto literario, en Historia y Grafía, México, UIA, Núm. 2, 1994, pp.10.
Para el autor la obra histórica es estructural no podemos explicarla desde la lógica científica, sino desde la retórica. La comprensión de los hechos se lleva a cabo desde un plano poético, es decir narrativo y en no en un nivel científico. Gracias a la trama podemos familiarizarnos con algo que anteriormente no lo era.
Al momento de pasar los datos a una narración, se articula una trama, un argumento y una ideología, que da lugar a una narración “… tiene que ver con el estatuto de la narrativa histórica, considerada solo como artefacto verbal, es decir con un modelo de estructuras y procesos de un pasado lejano y que, en consecuencia, no está sujeto ni a los controles experimentales ni a la observación”[1]
Es una estructura verbal en forma de discurso de prosa narrativa, que pretende ser un modelo o imagen de estructuras y procesos que sucedieron en el pasado con el objetivo de explicar lo que fueron por medio de una representación. El historiador nos ofrece imágenes de la manera en que podemos relacionar los hechos.
En conclusión White sostiene que la diferencia entre Historia y Literatura consiste en las pretensiones de verdad de la primera.
[1] White, Hayden, El texto historiográfico como artefacto literario, en Historia y Grafía, México, UIA, Núm. 2, 1994, pp.10.
jueves, 4 de septiembre de 2008
Los rasgos universales de un Texto (Paul Ricoeur)
Como todos sabemos la historia es una practica cuyo resultado es un discurso, despues de leer el texto de Paul Ricoeur Historia y narratividad, me pareció interesante la división que éste hace entre texto narrativo y texto de Historia, ademas de la comparación que hace entre ambos, llegandolos a igualar y diciendo que ambos tienen rasgos comunes que los califican como relatos así que se los comparto.
Para Ricoeur los dos rasgos comunes del relato de ficción y narrativo son la temporalidad, o también conocida como cronología secuencial y la configuración, también llamada totalidad.
Para el autor ambos rasgos son muy importantes en el relato pues las dos me permiten conocer la función narrativa del relato, a partir de esto podemos llegar a una intelección narrativa, la cuál se refiere a la comprensión de las secuencias y de las totalidades al mismo tiempo, si no comprendo una no puedo llegar a este proceso de intelección narrativa.
“ La función del acto narrativo consisten en conjuntar ambos aspectos o dimensiones del relato, y la de la intelección narrativa, en comprender, en el sentido original de la palabra, esas sucesiones ordenadas de acontecimientos o esas totalidades temporales.”[1]
[1] Paul Ricoeur Historia y narratividad, p 128
Para Ricoeur los dos rasgos comunes del relato de ficción y narrativo son la temporalidad, o también conocida como cronología secuencial y la configuración, también llamada totalidad.
Para el autor ambos rasgos son muy importantes en el relato pues las dos me permiten conocer la función narrativa del relato, a partir de esto podemos llegar a una intelección narrativa, la cuál se refiere a la comprensión de las secuencias y de las totalidades al mismo tiempo, si no comprendo una no puedo llegar a este proceso de intelección narrativa.
“ La función del acto narrativo consisten en conjuntar ambos aspectos o dimensiones del relato, y la de la intelección narrativa, en comprender, en el sentido original de la palabra, esas sucesiones ordenadas de acontecimientos o esas totalidades temporales.”[1]
[1] Paul Ricoeur Historia y narratividad, p 128
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Un poco sobre la endoculturación
El concepto de endoculturación que mencioné en mi participación anterior, es, según mi opinión, un proceso que vivimos en todas las culturas y que sin embargo, pocas veces nos detenemos a estudiar o cuestionar.
Según Harris, la endoculturación es una experiencia de aprendizaje parcialmente consciente y parcialmente inconsciente a través de la cual la generación de más edad incita, induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y comportarse tradicionales.
Sin embargo tiene sus limitaciones, pues explica que las antiguas pautas no siempre se repiten con exactitud en generaciones sucesivas, y continuamente se añaden pautas nuevas. La endoculturación no puede explicar el “abismo generacional” […] hay que suponer que ha habido una ruptura en el proceso de endoculturación y que un número cada vez mayor de adultos no ha sabido inducir eficazmente a sus hijos a replicar sus propias pautas de pensamiento y conducta. […] la endoculturación sólo se puede explicar la continuidad de la cultura, no su evolución (Harris, 23)
Si reflexionamos un poco sobre esta endoculturación no sólo para las comunidades indígenas sino para cualquier cultura, entonces se me ocurre que podríamos estudiar por ejemplo a los países orientales, los cuales siguen inmersos en su tradición,algunas veces malas o decadentes a ojos de occidente. Y sin embargo, tienen que luchar entre seguirlas o adaptarlas a la manera occidental, pues con los medios de comunicación como internet o la televisión, sus costumbres se verán afectadas irrermediablemente.
Menciono nuevamente los datos del texto por si es de interés para algún compañero que aborde el tema.
Harris, Marvin. Antropología Cultural© [Cultural Anthropology], trad. Vicente Bordoy y Francisco Revuelta, Alianza Editorial, Madrid, 2003, 622 pp.
Según Harris, la endoculturación es una experiencia de aprendizaje parcialmente consciente y parcialmente inconsciente a través de la cual la generación de más edad incita, induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y comportarse tradicionales.
Sin embargo tiene sus limitaciones, pues explica que las antiguas pautas no siempre se repiten con exactitud en generaciones sucesivas, y continuamente se añaden pautas nuevas. La endoculturación no puede explicar el “abismo generacional” […] hay que suponer que ha habido una ruptura en el proceso de endoculturación y que un número cada vez mayor de adultos no ha sabido inducir eficazmente a sus hijos a replicar sus propias pautas de pensamiento y conducta. […] la endoculturación sólo se puede explicar la continuidad de la cultura, no su evolución (Harris, 23)
Si reflexionamos un poco sobre esta endoculturación no sólo para las comunidades indígenas sino para cualquier cultura, entonces se me ocurre que podríamos estudiar por ejemplo a los países orientales, los cuales siguen inmersos en su tradición,algunas veces malas o decadentes a ojos de occidente. Y sin embargo, tienen que luchar entre seguirlas o adaptarlas a la manera occidental, pues con los medios de comunicación como internet o la televisión, sus costumbres se verán afectadas irrermediablemente.
Menciono nuevamente los datos del texto por si es de interés para algún compañero que aborde el tema.
Harris, Marvin. Antropología Cultural© [Cultural Anthropology], trad. Vicente Bordoy y Francisco Revuelta, Alianza Editorial, Madrid, 2003, 622 pp.
martes, 2 de septiembre de 2008
¡Una recomendación!
¡Hola a todos! En ésta ocasión quiero recomendarles un libro que leí ésta semana, a lo mejor algunos ya han tenido un acercamiento con él, pero para aquellos que no se los recomiendo ampliamente. El título es Re-thinking History y su autor es Keith Jenkins, un historiador inglés.
El libro está dividido en tres capítulos, el primero nos da una definición propia acerca de de la Historia y la Teoría de la Historia, dejándonos ver que para él la Historia tiene más que ver con la visión y la posición ideológica del historiador que con el mismo pasado. En el segundo capítulo trata de dar respuestas a preguntas de lo que el llama “la naturaleza de la historia” incluyendo aquí, el concepto de verdad, los hechos y las interpretaciones, las tendencias, la empatía entre otras. Finalmente en el tercer capítulo se pregunta como afecta el hecho de que vivimos en una época postmoderna a la Historia como disciplina y al propio discurso del historiador.
En resumen nos da una forma alternativa de ver el discurso histórico y la labor que tenemos como historiadores.
Aquí les dejo el link de una entrevista que le hizo Paul Newall acerca se Re thinking History.
http://www.galilean-library.org/manuscript.php?postid=43810
El libro está dividido en tres capítulos, el primero nos da una definición propia acerca de de la Historia y la Teoría de la Historia, dejándonos ver que para él la Historia tiene más que ver con la visión y la posición ideológica del historiador que con el mismo pasado. En el segundo capítulo trata de dar respuestas a preguntas de lo que el llama “la naturaleza de la historia” incluyendo aquí, el concepto de verdad, los hechos y las interpretaciones, las tendencias, la empatía entre otras. Finalmente en el tercer capítulo se pregunta como afecta el hecho de que vivimos en una época postmoderna a la Historia como disciplina y al propio discurso del historiador.
En resumen nos da una forma alternativa de ver el discurso histórico y la labor que tenemos como historiadores.
Aquí les dejo el link de una entrevista que le hizo Paul Newall acerca se Re thinking History.
http://www.galilean-library.org/manuscript.php?postid=43810
Re-thinking History
Aquí expongo estos tres puntos que Keith Jenkins utiliza para diferenciar Historia y pasado en su libro Rethinking History:
1) Epistemología
Epistemológicamente la Historia es muy frágil, si nunca vamos a poder conocer la verdad parece innecesario seguir escribiendo Historia. Hay cuatro razones principales por las cuales la Historia tiene una fragilidad en el campo epistemológico.
a) No podemos cubrir la totalidad del pasado.
b) No podemos recuperar el pasado tal como fue, cada historiador crea su narrativa con los eventos y situaciones que considera importantes, nosotros sólo recuperamos lo que para alguien fue significativo.
c) La Historia es una manifestación de la perspectiva del historiador como narrador.
d) La Historia exagera los hechos del pasado, el historiador les da significado.
2) Metodología.
El método no implica objetividad, este depende de cada historiador aunque se han creado algunos conceptos históricos que han creado los bloques universales del conocimiento histórico.
3) Ideología
La Historia no es por sí misma es para alguien por eso se puede decir que nuestra disciplina es múltiple, hay varias historias hechas por distintos historiadores para distintos grupos lo que implica que cada texto de Historia tiene implícita la ideología del historiador.
La Historia está en constante cambio, se re- elabora y se re- ordena.
La pregunta cambia entonces en vez de ¿Qué es historia? ¿Para quién es la Historia?
Creo que debemos de tomar en cuenta que nosotros utilizamos el pasado, pero la historia no es el pasado en si mismo es por ello que considero importanto tener en cuenta lo anterior para poder comprender la diferencia.
http://www.amazon.com/Re-thinking-History-Routledge-Classics-Jenkins/dp/0415304431
1) Epistemología
Epistemológicamente la Historia es muy frágil, si nunca vamos a poder conocer la verdad parece innecesario seguir escribiendo Historia. Hay cuatro razones principales por las cuales la Historia tiene una fragilidad en el campo epistemológico.
a) No podemos cubrir la totalidad del pasado.
b) No podemos recuperar el pasado tal como fue, cada historiador crea su narrativa con los eventos y situaciones que considera importantes, nosotros sólo recuperamos lo que para alguien fue significativo.
c) La Historia es una manifestación de la perspectiva del historiador como narrador.
d) La Historia exagera los hechos del pasado, el historiador les da significado.
2) Metodología.
El método no implica objetividad, este depende de cada historiador aunque se han creado algunos conceptos históricos que han creado los bloques universales del conocimiento histórico.
3) Ideología
La Historia no es por sí misma es para alguien por eso se puede decir que nuestra disciplina es múltiple, hay varias historias hechas por distintos historiadores para distintos grupos lo que implica que cada texto de Historia tiene implícita la ideología del historiador.
La Historia está en constante cambio, se re- elabora y se re- ordena.
La pregunta cambia entonces en vez de ¿Qué es historia? ¿Para quién es la Historia?
Creo que debemos de tomar en cuenta que nosotros utilizamos el pasado, pero la historia no es el pasado en si mismo es por ello que considero importanto tener en cuenta lo anterior para poder comprender la diferencia.
http://www.amazon.com/Re-thinking-History-Routledge-Classics-Jenkins/dp/0415304431
lunes, 1 de septiembre de 2008
Mi acercamiento a la Antropología Cultural.
Mi tema de interés es el de las comunidades indígenas, pero para poder acercarme a ellos debo entender primero su cultura, su forma de ver la vida, la tierra. Sé que puedo manejarlo desde diferentes teorías, tales como la historia social o la historia cultural, pero por ahora haré un breve comentario sobre un texto de antropología cultural que utilicé para este tema de estudio.
Me acerqué al texto Antropología Cultural de Marvin Harris (que menciono al calce), en el que vienen las definiciones de conceptos como antropología cultural, cultura, endoculturación (este último concepto no lo había escuchado y es sumamente intersanate) que, manejados desde la antropología me dan un punto de vista un tanto diferente al de la Historia y por tanto más enriquecedor. El autor maneja explicaciones y ejemplos sencillos de cada concepto y al final de cada capítulo maneja un resumen de gran utilidad.
Cabe mencionar que el profesor Guillermo Alfaro, de la Universidad Iberoamericana, me recomendó este libro y espero que a los compañeros que se dediquen a esta tarea les pueda ser de utilidad.
Harris, Marvin. Antropología Cultural© [Cultural Anthropology], trad. Vicente Bordoy y Francisco Revuelta, Alianza Editorial, Madrid, 2003, 622 pp.
Me acerqué al texto Antropología Cultural de Marvin Harris (que menciono al calce), en el que vienen las definiciones de conceptos como antropología cultural, cultura, endoculturación (este último concepto no lo había escuchado y es sumamente intersanate) que, manejados desde la antropología me dan un punto de vista un tanto diferente al de la Historia y por tanto más enriquecedor. El autor maneja explicaciones y ejemplos sencillos de cada concepto y al final de cada capítulo maneja un resumen de gran utilidad.
Cabe mencionar que el profesor Guillermo Alfaro, de la Universidad Iberoamericana, me recomendó este libro y espero que a los compañeros que se dediquen a esta tarea les pueda ser de utilidad.
Harris, Marvin. Antropología Cultural© [Cultural Anthropology], trad. Vicente Bordoy y Francisco Revuelta, Alianza Editorial, Madrid, 2003, 622 pp.
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